JUSTO CUANDO NUESTRA LUZ SE FUNDE
La docilidad que debe tenerse en estos
tiempos nos llevan a cavilar en lo más profundo del pensamiento, ese sentir que
se transforma en el momento en que partimos, justo en la milésima de segundo
antes de ser polvo del polvo. ¡Nos apagamos! Pues la luz que alguna vez
irradiaron esos seres que nos acompañaron en el divagar de la vida ya no está,
y, es entonces en donde en retrospectiva nos damos cuenta de lo efímero en el
vivir acompañado de la fugacidad de la existencia.
Y es que eso somos, quizás, una canción
pasajera, una tarde de arreboles, un corazón desangrado por el sentir que aun
palpita levemente, un recuerdo efímero en los seres que habitamos, unas huellas
que borrara el tiempo, un amor que alguna vez fue llama, antorcha e incienso,
una señal que advierte nos vamos así, sin más, tan palpable como la pulsión de
la muerte…
Nos acompaña la angustia, el silencio, el
vértigo, un temporal que juega con el tiempo, en donde debemos sacar fuerza de
los lugares más recónditos del ser para afrontar la realidad de quienes ya no
están, Como decía Sartre “el paso del ser a la nada” eso somos, instantes,
momentos, recuerdos y como ellos polvo del olvido al que estamos llamados ser,
los viajes a los lugares que ya no se vuelve, una dirección sin retorno.
Esta toma junto con el afligir a través de
la palabra escrita es dedicada a esas compañías que ya no están y que se
ocultan en el trayecto de otros espacios, también en quienes aún persisten
fuertemente sin energía la lucha por la existencia.
Del sentir a un corazón que recita versos
dirigidos al cielo, por los seres que ya no están y por quienes nos abrazan en
la distancia.
"Querido pequeño ser tu muerte nos
separa, mi muerte no nos unirá jamás" la ceremonia del adiós Simone de
Beauvoir.